miércoles, 4 de julio de 2012

                                                               LOS VALORES

     ¿QUE SON LOS VALORES?
No sabemos vivir sin valorar
Valoramos y somos valorados. Valoramos las acciones de los otros, valoramos las personas de nuestro entorno y valoramos los objetos que nos rodean; simultáneamente, los otros valoran nuestras acciones y valoran nuestra persona. Los humanos no sabemos vivir sin valorar; no tenemos una actitud indiferente y pasiva frente a la realidad, sino que la sentimos bella o fea, buena o mala, agradable o penosa, como noble o vil.
Atribuimos un valor a una acción cuando afirmamos que es buena, atribuimos un valor a una persona cuando decimos que es bella, atribuimos un valor a un objeto cuando afirmamos que es útil. Pero las cualidades buena, bella y útil aplicadas a una acción (por ejemplo, ayudar a un amigo), a una persona (por ejemplo, a la María) o a un objeto (mis deportivas) no son visibles como lo son las acciones o las personas, ni se pueden tocar como se pueden tocar los objetos.
Un valor es, pues, una cualidad, una propiedad o una característica que, atribuida a acciones, personas u objetos, justifica una actitud positiva y preferencial hacia ellos.Como un valor

  
Hechos y valores
Hecho: [Esglèsia] [Auvers]-[sur]-[Oise]Una acción, una persona o un objeto forman parte del mundo de lo que es; son hechos. Cuando hablo de ellos, estoy haciendo una descripción de una realidad física. Es descripción de un hecho o un enunciado fáctico la expresión: "por internet circulan miles de textos". Los enunciados fácticos son verdaderos o falsos en función de su correspondencia o no con los hechos.
Hecho: una realidad física

Pero, ¿qué pasa si afirmo: "internet es una red fantástica"? Ahora ya no hablo de hechos, sino de valores: he ido más allá de los hechos: a la red le atribuyo una cualidad positiva y muestro mi actitud favorable, mi estima o mi apreciación. Es una valoración de la cual no se puede decir que sea verdadera o falsa. Descripciones y valoraciones son dos maneras de hablar de la realidad: en nuestras descripciones enunciamos juicios de hechos, en nuestras valoraciones, juicios de valores.Valor: Vincent-Van Gogh
Valor: apreciación de una realidad

La distinción entre hecho y valor ha sido muy esclarecedora en los debates éticos. Nos muestra los dos mundos en los cuales nos movemos los humanos, el mundo de lo que es y el mundo de lo que debería ser. Lo que debería ser es aquello deseable y bueno que consideremos un valor. Cuando tenemos dudas sobre si lo que tratemos es un hecho o un valor podemos hacernos la siguiente pregunta: "el enunciado, se refiere a tal y como son las cosas o a tal y como deberían ser?" Obviamente, si se refiere a tal y como deberían que ser las cosas, entonces estamos hablante de valores. Así, pues, las cualidades valorativas van más allá de los hechos, muestran una especie de plus, una apertura a un mundo superior.
 

  
Usos de la palabra valor
La palabra valor proviene del lenguaje económico. Las monedas tienen un determinado valor y los productos tienen un precio o valor, y cuanto más apreciadas son, más valor tienen. Un fragmento de plata o de oro deviene un valor sólo cuando los humanos el cotizamos. De un modo parecido, cuando un objeto o una acción es muy apreciado decimos que es valioso.
Pero, ¿qué nos encontraremos si cogemos un diccionario y consultamos la entrada valor? Nos encontraremos con una palabra que tiene pluralidad de significados. Se nos dirá que valor es ..., pero ésta es una cuestión reservada a ya iniciados.
                                                                LOS VALORES


La formación de valores
Comenzamos a tener valores cuando somos niños. Primero aprendemos a tener aprecio por las cosas que satisfacen nuestras necesidades básicas, pero valoramos especialmente a las personas que nos las proporcionan. Su comportamiento hacia nosotros se vuelve la principal referencia de lo que es valioso.

Por esta razón, nuestro carácter y personalidad se moldea con las actitudes y comportamientos de las personas que nos crían, bien sea los padres u otros familiares. Sus conductas tienen el principal peso de lo que después se convierte en nuestros principios y creencias personales más importantes.

Aprendemos a valorar el fondo y la forma de todo lo que ellos dicen y hacen, así como lo que dejan de decir o hacer. Cada gesto o comentario tiene una gran influencia en la formación de nuestro juicio y aprendemos también a diferenciar la teoría y la práctica de los valores. Esto último es lo que más nos marca.

Así que la consistencia y la coherencia en el comportamiento de nuestros padres es lo que le da solidez a nuestra formación. Si ellos hacen lo que dicen nuestra personalidad será más fuerte que cuando ellos no practican lo que pregonan.

Más adelante, cuando nos volvemos estudiantes, comenzamos a sentir presiones sociales y presión de valores diferentes a los nuestros, a través de la relación con otras personas. Se pone a prueba la fortaleza de los valores que formamos con nuestros padres.

Se suele confundir valores con hábitos, y muchos padres aspiran que el colegio forme los valores que no fueron formados en la casa. Eso no es posible, simplemente porque el colegio no satisface necesidades básicas de vida, esa es responsabilidad de las personas que nos crían.

Los maestros, líderes y modelos de valores en el colegio, tienen la posibilidad de reforzar lo formado en el hogar, pero no sustituirlo. Si las convicciones que se forman en la casa no son sólidas, pronto se verán expuestas a una intensa competencia social con otras creencias.

¿Por qué es tan difícil formar valores? Porque, a diferencia de las normas, los valores son convicciones.
Son comportamientos que decidimos con gusto y nos producen satisfacción. Las normas las podemos acatar a pesar de nuestra voluntad, pero los valores tienen el respaldo de nuestra voluntad. Hemos aprendido su importancia por los beneficios que nos producen, individuales y colectivos.

Las personas que en nuestras vidas tienen un rol de liderazgo son quienes nos transmiten más valores. Por eso no es casual que ellas sean nuestros padres, hermanos mayores, abuelos, ciertos familiares, maestros, compañeros estudiantiles que admiramos, profesores y jefes.

Pero para poder transmitir algo hay que poseerlo, y sólo se transmiten a través del ejemplo práctico cotidiano de las actitudes y conductas. Es muy poco probable formarlos con grandes explicaciones o a través de una lista de lo que se considera correcto o incorrecto. La memorización de sus significados teóricos no garantiza que los valores se pongan en práctica.





                                                        LOS VALORES

Ides para practicar los valores

Trabaje los valores en su organización con un recurso abierto. Es decir, desarrolle un documento que contenga las conductas y actitudes deseadas, que sirva para ejemplificar la puesta en práctica de cada uno de los valores de la organización.

Debe ser un documento que tenga la posibilidad de actualizarse y mejorar con la evolución de la organización, y con la participación de sus integrantes.

De esta manera se crean las condiciones para “refrescar” el significado práctico de los principios, y que esta dinámica se convierta en oportunidades vitales para fortalecer el compromiso de la gente con los valores de la organización.

Crear un documento con estas características también permite construir la identidad necesaria para que los valores realmente se conviertan en los pilares de la cultura organizacional. Así, los integrantes de la organización no verán en los valores una simple lista de creencias con las que deben vincularse porque no les queda más remedio, sino las bases para tener más  sentido práctico de lo que representa ser parte de esa organización.

Utilice los valores organizacionales universales antes propuestos como un punto de partida. Con ellos puede comenzar a construir una lista de comportamientos deseados frente a las distintas situaciones específicas que debe enfrentar su organización.

Esta es una manera concreta de asociar la práctica de los valores al día a día de cada integrante de la organización, al mismo tiempo que estructura un “código de conductas” práctico y en sintonía con la gente.

Su documento se puede desarrollar sobre la base de un esquema como el de la página siguiente.

Este es un ejemplo de cómo estructurar un “código de conducta” que contenga el significado de los valores en términos de comportamientos deseados.

Usted puede adaptarlo o formularlo de otra manera, de acuerdo con la realidad propia de su organización. Pero el resultado debe ser el mismo: Una guía práctica para los integrantes del equipo, en cuya construcción ellos también han participado.

Cuando hablamos del valor Comunicación:

Si estamos en alguna de las siguientes situaciones:

Falta de información sobre un proyecto en proceso.

La actitud y el comportamiento de los integrantes de nuestra organización debe ser el siguiente:

1. La buscamos. Preguntamos.

2. Pedimos ayuda a nuestros compañeros y a nuestros jefes.

3. No especulamos sobre las razones por las cuales no contamos con la información.

4. No creamos rumores.

5. Antes de emitir un juicio, averiguamos las razones por las cuales falta la información.





                                                    LOS VALORES
Algunos retos que plantean los valores

En primer lugar, los valores están íntimamente relacionados con nuestras
emociones y sentimientos. Por ejemplo, si valoramos la honestidad, nos molesta y nos hiere la deshonestidad. Igual nos pasa con la sinceridad, el respeto, la responsabilidad o cualquier otro valor.

Como todos sabemos, casi siempre resulta difícil explicar los sentimientos. En consecuencia, como comunidad u organización también suele ser difícil ponernos de acuerdo sobre el significado práctico de un valor.

En segundo lugar, cada quien tiene sus propias creencias, convicciones y principios de vida, con su propia jerarquía.

Cada uno construye su propia escala de valores personales. Los aprendemos desde la infancia y cada quien le otorga su propio sentido, de acuerdo con sus experiencias, conocimientos previos y desarrollo como persona.

En tercer lugar, los valores pueden tener significados relativos, dependiendo de la posición de la persona que lo pone en práctica.

Por ejemplo, ¿la honestidad justifica que una persona delate a alguien que le dio información confidencial y privada? Sobre esta clase de dilema no es fácil llegar a un consenso, lo que a su vez genera mucha polémica acerca de la universalidad de ciertos  principios.

En cuarto lugar, los valores y su jerarquía varían con el tiempo. Surgen con un significado especial y cambian a lo largo de la vida, porque están relacionados con los intereses y necesidades individuales.

Cuando somos niños, en buena medida, nuestros valores son definidos por necesidades de subsistencia y por la búsqueda de la aprobación de los padres. Durante la adolescencia nos guían valores derivados de la necesidad de experimentación e independencia. Ya de adultos nos planteamos otras prioridades.

Esto permite explicar los obstáculos que existen para llegar a acuerdos sobre principios y creencias entre diferentes personas, en distintos momentos
de la vida.

En quinto lugar, los valores están estrechamente relacionados con la moral y la ética. Ambos son conceptos filosóficos densos y complejos, y es difícil ponernos de acuerdo sobre sus significados prácticos.

Por esta razón, dentro de las organizaciones y comunidades tiende a difuminarse el sentido y la utilidad de los principios que sirven para proporcionarles sentido de unidad.

Cuando hacemos “una lista de valores” en las organizaciones, generalmente se pone énfasis en las definiciones teóricas. Logramos un consenso general sobre las ideas, pero sin suficientes expresiones prácticas de las conductas que implican.

Tenemos el reto de traducir los valores en listas de comportamientos muy específicos, relacionados con el día a día. De esta manera nutriremos mejor la relación entre los miembros de nuestros equipos y lograremos mejor nuestros objetivos.

Si traducimos los valores en actuaciones concretas, obtendremos más significados y más aplicaciones prácticas en la familia, en el trabajo y en las organizaciones de las que formamos parte.



                                                        LOS VALORES

Por qué se debilitan los valores?
Hay muchas razones, pero quiero destacar tres que constituyen una especie de círculo vicioso de deterioro de valores.
1. Las necesidades pueden presionar más que los valores
Los valores en sí mismos no se deterioran. Lo que en realidad se debilita es nuestra propia capacidad de creer en determinados principios y su pertinencia, como producto de la presión que ejerce sobre nosotros el manejo de ciertas necesidades.

Esta realidad, a su vez, nos remite a valores básicos de subsistencia individual.

Por ejemplo, cuando irrespetamos “las colas” (en el tráfico o a la espera de ser atendidos) es porque consideramos que nuestra necesidad individual tiene más valor que la de los demás. Con en este tipo de consideración personal, pierde sentido la “honestidad” como un valor que nos vincula con los demás.

Algo parecido ocurre en los colegios u organizaciones similares, cuando los maestros o supervisores sienten que su necesidad de “controlar” a su grupo tiene más valor que el “respeto” y la “dignidad” de los integrantes, y hacen uso de la “autoridad” para imponerles orden.

Seguro que no les va a resultar nada fácil obtener “respeto” como respuesta.
2. Es mucho más fácil transmitir otros valores
El verdadero significado de los valores en las organizaciones se basa en las acciones y actitudes de sus integrantes, y nuestro comportamiento se traduce en los detalles de lo que hacemos en el día a día:

Imagine a un padre enseñado a su hijo la importancia de la verdad o la responsabilidad. Un instante después, el hijo le dice al padre que lo llama por teléfono un cobrador, y el padre le responde con naturalidad: “Dile que no estoy”.

Imagine algo que cada día sucede más en las empresas: No quitamos la vista de la computadora mientras hablamos con compañeros de trabajo que “respetamos”, y decimos cosas como: “No te estoy mirando, pero te estoy poniendo atención”.
3. Existe mucha presión social a favor de “anti-valores”
En una sociedad que sobre-estimula el consumo y la propiedad, los ciudadanos terminamos siendo valorados más por lo que tenemos que por lo que somos como personas. En consecuencia, la apariencia o el poder muchas veces se convierten en valores superiores a la responsabilidad. Así terminamos proclamando que “el fin justifica los medios”.

En las organizaciones se necesita un poco más de humildad a la hora de hablar de formación de valores o de exigirlos. Los valores están en los detalles de todos los comportamientos de sus integrantes, y muchos de esos comportamientos son habituales y, en ocasiones, inconscientes.

En este sentido, los valores pueden ser mucho más útiles como guías de acción para los integrantes de un equipo de trabajo o de una familia, cuando se definen como comportamientos deseados concretos.
                                                              LOS VALORES

La pereza es la manera común de entender la falta de laboriosida d; las máquinas cuando no se usan pueden quedar inservibles o funcionar de manera inadecuada, de igual forma sucede con las personas: quien con el pret exto de descansar de su intensa actividad -cualquier día y a cualquier h ora- pasa demasiado tiempo en el sofá o en la cama viendo televisi&oacut e;n "hasta que el cuerpo reclame movimiento", poco a poco perder&aacu te; su capacidad de esfuerzo hasta ser incapaz de permanecer mucho tiempo traba jando o estudiando en lo que no le gusta o no le llama la atención.
Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas que traigan un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a quienes nos rodean: dedicar tiempo a buena lectura, pintar, hacer pequeños arreglos en casa, ayudar a los hijos con sus deberes, ofrecerse a cortar el pasto... No hace falta pens ar en grandes trabajos "extras", sobre todo para los fines de semana, pues el descanso es necesario para reponer fuerzas y trabajar más y mej or. El descanso no significa "no hacer nada", sino dedicarse a activi dades que requieren menor esfuerzo y diferentes a las que usualmente realizamos .
Podemos establecer pequeñas acciones que poco a poco y con const ancia, nos ayudarán a trabajar mejor y a cultivar el valor de la laborio sidad:
- Comenzar y terminar de trabajar en las horas previstas. Generalmente cuesta mucho trabajo, pero nos garantiza orden para poder cubrir más ac tividades.
- Establecer un horario y una agenda de actividades para casa, en dond e se contempla el estudio, el descanso, el tiempo para cultivar las aficiones, el tiempo familiar y el de cumplir las obligaciones domésticas o encargo s.
- Terminar en orden y de acuerdo a su importancia todo lo empezado: en cargos, trabajos, reparaciones, etc.
- Cumplir con todos nuestros deberes, aunque no nos gusten o impliquen un poco más de esfuerzo.
- Tener ordenado y dispuesto nuestro material y equipo de trabajo ante s de iniciar cualquier actividad. Evitando así poner pretextos para busc ar lo necesario y la consabida pérdida de tiempo e interés.
- Esmerarnos por presentar nuestro trabajo limpio y ordenado.
Cuando nos decidimos a vivir el valor de la laboriosidad adquirimos la capacidad de esfuerzo, tan necesaria en estos tiempos para contrarrestar la id ea ficticia de que la felicidad sólo es posible alcanzarla por el placer y comodidad, logrando trabajar mejor poniendo empeño en todo lo que se haga
El trabajo es mucho más que un valor: es una bendición.

Responsabilidad Todos compre ndemos la irresponsabilidad cuando alguien no cumple lo que promete ¿Per o sabemos nosotros vivirla?
La responsabilidad (o la irresponsabilidad) es fácil de detectar en la vida diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos en el plomero que no hizo correctamente su trabajo, en el carpintero que no llegó a p intar las puertas en el día que se había comprometido, en el jove n que tiene bajas calificaciones, en el arquitecto que no ha cumplido con el pl an de construcción para un nuevo proyecto, y en casos más graves en un funcionario público que no ha hecho lo que prometió o que u tiliza los recursos públicos para sus propios intereses.
Sin embargo plantearse qué es la responsabilidad no es algo tan sencillo. Un elemento indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplir un deber. La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o incluso l egal de cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental : la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nu estra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometi do.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligaci ón de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esf uerzo. En el caso del plomero, tiene que tomarse la molestia de hacer bien su t rabajo. El carpintero tiene que dejar de hacer aquella ocupación o gusto para ir a la casa de alguien a terminar un encargo laboral. La responsabilidad puede parecer una carga, y el no cumplir con lo prometido origina consecuencia s.
¿Por qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias a ella, podemos convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el plano fa miliar, amistoso, profesional o personal.
Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos d ejar de confiar en la persona. En el plano personal, aquel marido que durante u na convención decide pasarse un rato con una mujer que recién con oció y la esposa se entera, la confianza quedará deshecha, porque el esposo no tuvo la capacidad de cumplir su promesa de fidelidad. Y es que es fácil caer en la tentación del capricho y del bienestar inmediat o. El esposo puede preferir el gozo inmediato de una conquista, y olvidarse de que a largo plazo, su matrimonio es más importante.
El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades corr ectamente ordenadas. Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la puerta porqu e llegó su "compadre" y decidieron tomarse unas cervezas en lu gar de ir a cumplir el compromiso de pintar una puerta. El carpintero tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse una cerveza es algo sin importancia qu e bien puede esperar, pero este hombre (y tal vez su familia), depende de su tr abajo.
La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la irre sponsabilidad de alguien ocasionalmente. Todos podemos caer fácilmente a lguna vez en la irresponsabilidad. Empero, no todos toleraremos la irresponsabi lidad de alguien durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia de deberes. Es decir, yo cumplo porque la otra persona cum ple.
El costo de la irresponsabilidad es muy alto. Para el carpintero signif ica perder el trabajo, para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser la separación definitiva de su esposa, para el gobernante que usó mal los recursos públicos puede ser la cárcel.
La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella podemos convivir en sociedad de una manera pacífica y equitativa. La responsabilidad en s u nivel más elemental es cumplir con lo que se ha comprometido, o la ley hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y difícil de vivir), que es la del plano moral.
Si le prestamos a un amigo un libro y no lo devuelve, o si una persona nos deja plantada esperándole, entonces perdemos la fe y la confianza en ella. La pérdida de la confianza termina con las relaciones de cualquie r tipo: el chico que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse , el novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele dejarnos plantados. Todas esta conductas terminarán, tarde o temprano y dependie ndo de nuestra propia tolerancia hacia la irresponsabilidad, con la relaci&oacu te;n.
Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestra acciones y decis iones. Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos sea n realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos.
Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. La responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de nuest ras relaciones. La responsabilidad vale, porque es difícil de alcanzar.
¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra responsabilidad?
El primer paso es percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromi so, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quien es decidimos.
El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros act os correspondan a nuestras promesas. Si prometemos "hacer lo correcto" ; y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.
El tercer paso es educar a quienes están a nuestro alrededor par a que sean responsables. La actitud más sencilla es dejar pasar las cosa s: olvidarse del carpintero y conseguir otro, hacer yo mismo el trabajo de plom ería, despedir al empleado, romper la relación afectiva. Pero est e camino fácil tiene su propio nivel de responsabilidad, porque entonces nosotros mismos estamos siendo irresponsables al tomar el camino más li gero. ¿Qué bien le hemos hecho al carpintero al despedirlo? &ique st;Realmente romper con la relación era la mejor solución? Inclus o podría parecer que es "lo justo" y que estamos haciendo &quo t;lo correcto". Sin embargo, hacer eso es caer en la irresponsabilidad de no cumplir nuestro deber y ser iguales al carpintero, al gobernante que hizo ma l las cosas o al marido infiel. ¿Y cual es ese deber? La responsabilidad de corregir.
El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, e s el educar al irresponsable. ¿No vino el carpintero? Entonces, a ir por él y hacer lo que sea necesario para asegurarnos que cumplirá el trabajo. ¿Y el plomero? Hacer que repare sin costo el desperfecto que n o arregló desde la primera vez. ¿Y con la pareja infiel? Hacerle ver la importancia de lo que ha hecho, y todo lo que depende de la relaci&oacut e;n. ¿Y con el gobernante que no hizo lo que debía? Utilizar los medios de protesta que confiera la ley para que esa persona responda por sus ac tos.
Vivir la responsabilidad no es algo cómodo, como tampoco lo es e l corregir a un irresponsable. Sin embargo, nuestro deber es asegurarnos que to dos podemos convivir armónicamente y hacer lo que esté a nuestro alcance para lograrlo.
¿Qué no es fácil? Si todos hiciéramos un pe queño esfuerzo en vivir y corregir la responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo serían diferentes. Sí, es difícil, pero vale la pena.

Guía Practica para vivir los Valores
Con 5 sencillos pasos, integra los valores a tu vida y vívelos c ada día.
Hablar de los valores es una cosa, pero vivirlos es otra historia. ¿Realmente es tan difícil? La res puesta es no. Requiere cierto esfuerzo, concentración y perseverancia, p ero no es tan difícil. Con algunos pasos simples podrás lograr qu e tu vida, tus acciones y la sociedad tengan como columna vertebral a los valor es.

Paso 1. Conocer su Importancia
¿Suena elemental? Pues no lo es. El primer paso para vivir los v alores es la conciencia de los importantes que son. Una sociedad basada en indi viduos con valores es la llave para una convivencia más sana. Las leyes civiles no son suficientes. En ellas se establece solo lo elemental para asegur ar una convivencia medianamente decente, sin embargo no es suficiente con solo "cumplir la ley". Los valores van mucho más allá de cum plir el reglamento de tránsito, van a la raíz de las cosas. Por e jemplo, el reglamento dice que no puedes pasar una luz roja en el semáfo ro (bastante elemental para no matarse), sin embargo no dice que en un atasco d e tráfico el cederle el paso a una persona es algo amable, que hace que todos estemos más contentos y que incluso puede ahorrarnos un percance.
Lo mismo ocurre en otros ámbitos de la vida. La ley establece un a pena por el homicidio, pero no nos dice que tratar con deferencia y educaci&o acute;n a los demás nos ayuda a convivir aún mejor.
Para vivir los valores, lo primero es estar conciente de que son vitale s, y que son lo que puede cambiar verdaderamente a una persona, una familia o u na nación.



Paso 2. Analizar mi conjunto de Valores
Una vez que se ha aceptado la importancia de vivir los valores, hay que analizar claramente qué valores son la base de tu vida. Aquí pod ríamos establecer dos clases: los que ya tienes, y los que quieres const ruir. Para saber cuáles son los valores, en Valores para ser Mejores hay información sobre cada uno de los valores, y continuamente estamos inve stigando y publicando más material, así que lo primero que puedes hacer es darle un vistazo a todas las secciones de Valores.
Por otra parte, también debes hacer un esfuerzo y meditar deteni damente en cuáles son aquellos principios, normas y comportamientos que son fundamentales para ser mejor, para vivir mejor. ¿Cuáles te en señaron en casa? ¿Cuáles has ido aprendiendo con la vida? ¿Cuáles sabes que existen, pero no los vives mucho? ¿Cu&aa cute;les son los que te gustaría tener? ¿Necesitas investigar m&a acute;s sobre ellos?
La idea aquí es que te sientes en un lugar tranquilo, y en una h oja de papel. Escribe la fecha y traza dos línea vertical dividiendo la página para crear tres columnas. (Puedes ver un ejemplo de lo que vamos a hacer aquí). En el lado izquierdo, en la primera columna, vas a escrib ir una lista con los valores más importantes para tí, sin importa r el orden o si los vives actualmente, simplemente escribe aquellos principios que consideras fundamentales.
Cuando hayas terminado, en la columna del centro vas a hacer una lista con los valores que aprendiste desde niño en casa, los que has aprendido con la vida y los que has aprendido últimamente pero que no sueles vivi rlos.
Una vez terminado, pasa a la columna de la derecha, y dibuja un tri&aac ute;ngulo y escribe en cada vértice: Mis Fortalezas, Mis debilidades, Lo que quiero ser. Vas a hacer tres listas, donde vas a escribir aquellos valores que ya existen en tí, que te definen como una persona especial y que vi ves continuamente. En "Mis debilidades" vas a escribir aquellos defec tos que tú conoces, y que te impiden vivir mejor los valores. Por &uacut e;ltimo, escribe aquellos valores que desearías vivir en "Lo que qu iero ser".
Esta hoja debes guardarla, es muy importante porque es la base de tu tr abajo y de los siguientes pasos de esta guía.


Paso 3. El "Plan Maestro"
Ahora que ya conoces tu valores, tus debilidades y lo que quieres llega r a ser, llega el momento de usar una agenda. Cualquiera puede ser útil (una de escritorio, de bolsillo, electrónica -una Palm es ideal para est o). En otra hoja, vas a establecer tres bases de tiempo: anual, mensual y por d ía. En la base de tiempo anual escribirás lo que esperas lograr e n un año. Los valores concretos que quieres alcanzar (incluye los que ya vives y los que quieres vivir). De esta lista, vas a dividirla en una base de tiempo mensual, concentrando un mes para cada actividad. En la base de tiempo p or día establecerás una lista de "Lo que vivo y debo reforza r" y otra de "Lo que me falta".
En tu agenda, establece una meta concreta diaria (pequeña, pero significativa) de los valores que vas a reforzar y los que quieres vivir. Una m eta concreta diaria puede ser "Hablarle por teléfono a Juan", para fortalecer el valor de la amistad (tal vez tienes meses sin acordarte de a lguna persona), o puedes establecer "Ayudar a alguien pobre" para for talecer o crear la generosidad. Hazlo para el primer mes (es decir, el mes en e l que estás).
Cada mes, debes revisar tu "Plan Maestro", establecer los val ores con su actividad diaria y hacer una reflexión sobre los resultados.
Si por cualquier motivo no te fue muy bien en un mes determinado, no te preocupes, vuelve a ponerlo en tu plan diario y analiza por qué no pudi ste cumplirlo. Reflexiona en las razones que te lo impidieron (falta de tiempo, falta de constancia, olvido, etc.) y establece medios para que esto no ocurra de nuevo. Aquí lo que es importante es que estés avanzando, aunqu e sea a pequeños pasos.


4. El examen diario
Si realmente quieres vivir los valores, durante una parte del dí a (puede ser en la tarde o noche -si es en la noche, asegúrate de no est ar demasiado cansado-) date 10 minutos para reflexionar. Debes pensar en c&oacu te;mo te ha ido en el día, si estás cumpliendo tu meta (o metas) diarias, qué te falta por hacer y qué has hecho. Este examen es v ital, si no lo haces, todo el sistema para vivir los valores va a irse perdiend o hasta que te olvides de él. El examen te permite dos cosas: analizar d e manera realista y rápida cómo están resultándote las cosas, y propósitos concretos para hacer algo y vivir tus valores.


5. Mantenimiento
Mes con mes, revisa tus valores, revisa lo que has aprendido, piensa c& oacute;mo te ha ido en tus exámenes diarios. ¿Mejoras? ¿Em peoras? ¿Ha habido un gran avance? Lo fundamental en este sistema es la constancia. Si ahora mismo haces tu plan maestro y estableces tus prioridades p ero no las vives, no haces el examen y no sigues tus propósitos concreto s, entonces en quince días te habrás olvidado de todo.
Si realmente quieres vivir los valores, debes hacerte el propósi to. Esta guía está hecha de tal manera que te permite analizar y plantear metas de manera ordenada, y pequeñas acciones para lograrlas. E s mejor hacer una acción pequeña todos los días, que grand es acciones muy de vez en cuando.
Tu guía es algo personal, sin embargo no dudes en compartirla co n otros amigos, y especialmente que alguien de confianza te ayude a establecer qué valores te vendrían bien, porque a veces uno pierde la perspe ctiva de sí mismo o hay defectos que uno simplemente no ve.


martes, 3 de julio de 2012

Los valores
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus valores y la manera cómo los vive.


Importancia de los valores
Han existido asuntos más importantes que otros para los seres humanos. Por ello, valoramos personas, ideas, actividades u objetos, según el significado que tienen para nuestra vida.
Sin embargo, el criterio con el que otorgamos valor a esos elementos varía en el tiempo, a lo largo de la historia, y depende de lo que cada persona asume como sus valores.
Para el bienestar de una comunidad es necesario que existan normas compartidas que orienten el comportamiento de sus integrantes. De lo contrario, la comunidad no logra funcionar de manera satisfactoria para la mayoría.


Valores personales
Son aquellos que consideramos principios indispensables sobre los cuales construimos nuestra vida y nos guían para relacionarnos con otras personas. Por lo general son una mezcla de valores familiares y valores socio-culturales, juntos a los que agregamos como individuos según nuestras vivencias.



Valores familiares
Se refieren a lo que en familia se valora y establece como bien o mal. Se derivan de las creencias fundamentales de los padres, con las cuales educan a sus hijos. Son principios y orientaciones básicas de nuestro comportamiento inicial en sociedad. Se transmiten a través de todos los comportamientos con los que actuamos en familia, desde los más sencillos hasta los más “solemnes”.
 Valores  socio-culturales:Son los que imperan en la sociedad en la que vivimos. Han cambiado a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores familiares o los personales. Se trata de una mezcla compleja de distintos tipos de valoraciones, que en muchos casos parecen contrapuestas o plantean dilemas.

 Valores  materialesSon aquellos que nos permiten subsistir. Tienen que ver con nuestras necesidades básicas como seres humanos, como alimentarnos o vestirnos para protegernos de la intemperie. Son importantes en la medida que son necesarios. Son parte del complejo tejido que se forma de la relación entre valores personales, familiares y socio-culturales. Cuando se exageran, los valores materiales entran en contradicción con los espirituales.
 
 Valores  espiritualesSe refieren a la importancia que le damos a los aspectos no-materiales de nuestras vidas. Son parte de nuestras necesidades humanas y nos permiten sentirnos realizados. Le agregan sentido y fundamento a nuestras vidas, como ocurre con las creencias religiosas.
Valores  moralesSon las actitudes y conductas que una determinada sociedad considera indispensables para la convivencia, el orden y el bien general.